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Las intensas lluvias en Tumbes, Piura y Lambayeque no solo afectaron a más de 400.000 personas en estos tres departamentos, sino que limitaron el acceso a servicios esenciales para madres gestantes, y mujeres en edad reproductiva. A través del proyecto “Salvando Vidas”, impulsado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), mujeres como Miryam Coello y otras 4.608 recibieron controles domiciliarios y el acompañamiento de especialistas en coordinación con los centros de salud.

La alegría de Miryam Coello (30) por su tercer embarazo dio paso de inmediato a la preocupación. En medio de las inundaciones provocadas por las intensas lluvias en el distrito de Veintiséis de Octubre en Piura, así como en los principales departamentos del norte del Perú, cumplir con sus controles regulares en el centro de salud más cercano era una tarea muy difícil. Las calles de tierra anegadas, la falta de dinero para el transporte y la imposibilidad de dejar solos a sus otros hijos resultaban un obstáculo cotidiano.

La emergencia climática a comienzos de año afectó a más de 400.000 personas solo en Piura, Tumbes y Lambayeque, pero sobre todo a las más vulnerables: las mujeres gestantes. Así como en el caso de muchas, el escenario para Miryam era el menos adecuado: colchones enlodados, zapatos inutilizables, paredes de triplay carcomidas por la humedad.

“El agua se metió por toda la casa. Mojó todo lo poco que habíamos podido conseguir”, recuerda. Pero lo peor aún estaba por venir. Las plagas de ratas, moscas y zancudos traían la amenaza latente de alguna enfermedad. “Teníamos que desinfectar todo. Pero inclusive yo, durante mi embarazo, me contagié de dengue”, cuenta Miryam.

El panorama era cada vez más alarmante. Sin servicios básicos, como el agua y el desagüe, y sin el dinero suficiente para costear el incremento de los precios de los productos de la canasta básica debido a la emergencia climática, Miryam decidió priorizar el bienestar de sus pequeños Liam Moisés (6) y Jesús (2). Los pocos ingresos generados por su esposo, padre de su tercer hijo en camino, servían apenas para darles los alimentos necesarios. “Las más afectadas en esta emergencia fuimos las mujeres porque, como madres y como amas de casa, debíamos limpiar mucho más y tratar de cocinar las mismas porciones. Y para las madres gestantes se nos complica aún más porque si necesitamos algo, las farmacias y el centro de salud no están cerca”, dice.

En su caso, la noticia del tercer embarazo suponía una inquietud adicional. Debido a sus dos cesáreas anteriores, requería un acompañamiento más especializado. “Los médicos me sugirieron que no tuviera más hijos porque una nueva cirugía sería muy riesgosa tanto para mí, como para el bebé”, recuerda. 

Miryam explica que su primer embarazo fue producto de la falta de información. Recién a los seis meses empezó a asistir a los controles, y debido a esa demora sufrió una infección. “Me sentía culpable. No asistía por temor, por vergüenza, por miedo. Miedo a que me digan dónde está el papá, por qué no te cuidaste”, recuerda aquella experiencia como madre soltera.

Esta vez, con su tercer embarazo en curso, se sentía más preparada, pero la emergencia climática le había impedido acercarse al centro de salud más cercano. Un día tocó a la puerta de su casa una de las obstetras que forman parte de las brigadas del proyecto “Salvando Vidas”, impulsado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), como parte de la respuesta conjunta del Sistema de las Naciones Unidas con financiamiento del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF). Miryam ya llevaba algunas semanas de gestación y los mareos y las náuseas no le permitían realizar sus labores con normalidad, mucho menos salir de casa. “No tenía con quién dejar a mis hijos porque mi esposo se iba a trabajar como pescador durante varios días. Entonces ellas tocaron mi puerta y me dijeron que venían a verme para mis controles”, recuerda.

A partir de ese día, empezó a recibir visitas periódicas y cada vez que necesitaba ir a una atención en consultorio, las brigadistas le facilitaban el traslado en una movilidad. “Si siento algún malestar, por ejemplo, me puedo comunicar con ellas a través de llamadas o por Whatsapp. Si tengo alguna emergencia o necesito realizarme una ecografía, me tramitan una cita para evitar hacer cola”, explica. Así como Miryam, otras 148 gestantes pudieron ser identificadas por las brigadistas y acceder a controles prenatales para prevenir la muerte materna y otras posibles complicaciones. En total, unas 4.623 mujeres afectadas por las inundaciones en los departamentos de Piura, Tumbes y Lambayeque han podido acceder a servicios básicos de salud sexual y reproductiva. Y, además, un total de 255.000 personas han sido alcanzadas por la estrategia de comunicación del proyecto “Salvando Vidas”, que tiene como meta no solo mejorar la calidad de la atención de las gestantes, sino también brindar toda la información necesaria para mujeres en edad reproductiva.

Para Pablo Zacarías, Coordinador de la Dirección Regional de Salud en Piura, la atención de las mujeres y, especialmente, de las madres gestantes es una prioridad tras la emergencia climática. El impacto de las lluvias es visible en las condiciones de la salud sexual y reproductiva de la población. De los 24 casos de muerte materna durante 2023, cinco fueron debido a complicaciones tras el contagio de dengue. “Según la norma técnica de dengue en el ámbito nacional, la gestante, por su condición de embarazo, no presenta mayor riesgo de muerte. Sin embargo, en coordinación con los infectólogos de la región, evidenciamos que en realidad aquí en la región Piura estar embarazada en un contexto de epidemia sí representa un mayor riesgo”, explica Zacarías.

Además, la falta de una adecuada atención en los primeros niveles del sistema de salud ha generado que 50% de los casos de muerte materna estuvieran relacionados a trastornos hipertensivos del embarazo que pudieron haberse evitado con un tratamiento profiláctico oportuno. Eso obligó a que las autoridades, a fines de septiembre, emitieran una alerta epidemiológica en el departamento de Piura. Las cifras llegaron a estar en 120 casos por cada 100.000 nacidos vivos. La alarma se hizo general. “Según el último reporte epidemiológico, ya estamos en una cifra de 80 por cada 100.000. Vamos reduciendo comparativamente al año 2020, pero nuestra meta es alcanzar los 70 casos, tal como sugieren los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, dice Zacarías.

Si bien el porcentaje de atención de las madres gestantes, pese a las lluvias y el brote de dengue, aumentó del 62% al 70% durante este año, según Zacarías, la emergencia climática sigue siendo un riesgo para las mujeres. “Incrementa los costes en la atención, y las inundaciones han generado también aislamiento de muchos sectores”, explica. Miryam Coello lo sabe bien. Si no fuera por las obstetras de las brigadas que llegaron hasta su barrio, acudir a sus controles sería casi imposible. “Mi vida a partir de la presencia de las brigadistas cambió bastante”, dice. Y no exagera. Por primera vez siente que un embarazo no es un riesgo para su vida y ya tiene decidido que no tendrá más hijos. “Tomé esa decisión junto a mi esposo como parte de nuestra planificación familiar”.