En el último año, hemos sido testigos de una avalancha de catastróficas olas de calor, incendios forestales, inundaciones y sequías. En la reciente Cumbre del Futuro, líderes mundiales se reunieron en la sede de la ONU, en la ciudad de Nueva York, para forjar un consenso global que responda a la crisis climática. Pero no se trata solo de salvar el planeta; se trata también de proteger a quienes son más vulnerables a sus efectos: las mujeres y las niñas. A medida que aumentan las temperaturas globales, también crece la preocupación entre las juventudes sobre el futuro. Estudios revelan que tres cuartas partes de las y los jóvenes temen el impacto que el cambio climático tendrá en sus vidas y medios de subsistencia.
Los desastres naturales, cada vez más frecuentes debido al cambio climático, agravan los desplazamientos y las crisis humanitarias en todo el mundo. Estos fenómenos impactan de manera devastadora en las mujeres y las niñas, quienes ya enfrentan barreras para acceder a servicios esenciales y, con frecuencia, quedan excluidas de los espacios de toma de decisiones que afectan sus vidas. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), mujeres, niñas y niños tienen 14 veces más probabilidades de morir en un desastre climático en comparación con los hombres.
Cinco formas en las que el cambio climático afecta de forma desproporcionada a mujeres y niñas:
1. Aumenta la violencia de género
Las mujeres y las niñas, a menudo responsables de recoger agua y leña, deben recorrer distancias mayores para encontrar estos recursos escasos. Este desplazamiento incrementa su exposición a la violencia. Además, cuando el cambio climático obliga a desplazarse, las mujeres y las niñas enfrentan un mayor riesgo de violencia en campamentos de refugiados o desplazados internos. Representan el 80% de las personas desplazadas debido al cambio climático, quedando en una situación de vulnerabilidad extrema.
2. Contribuye al incremento de matrimonios infantiles
Los fenómenos climáticos extremos destruyen medios de vida y agravan la pobreza. En este contexto, algunas familias recurren al matrimonio infantil como estrategia de supervivencia: casar a una hija representa una carga menos y, en muchos casos, una fuente de ingresos. En países afectados por desastres climáticos se observa un incremento en la tasa de matrimonios infantiles, una práctica que priva a las niñas de su derecho a una infancia y limita sus oportunidades futuras.
3. Aumenta el riesgo de mortinatalidad
Investigaciones demuestran que un aumento de 1°C en la temperatura durante la semana previa al parto se asocia con un incremento del 6% en el riesgo de mortinatalidad. Esto representa aproximadamente cuatro mortinatos adicionales por cada 10,000 nacimientos. Los impactos del cambio climático en la salud materna exigen una respuesta urgente y multidimensional que incluya servicios de salud resilientes y adaptados a esta nueva realidad.
4. Empeora los resultados maternos y neonatales
Enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue, que ya están relacionadas con abortos espontáneos y nacimientos prematuros, se propagan más en ambientes cálidos y húmedos. La propagación de enfermedades como el virus del Zika, que puede causar defectos congénitos graves, aumenta con el cambio climático, poniendo en riesgo a mujeres embarazadas y sus bebés. Estos riesgos subrayan la urgencia de garantizar servicios de salud sexual y reproductiva accesibles, adaptados y resistentes a los cambios climáticos.
5. Interrumpe los servicios de salud sexual y reproductiva
Las emergencias climáticas, cada vez más frecuentes, tienden a desviar los recursos de atención sanitaria hacia la respuesta a desastres, dejando sin financiamiento los servicios de salud y derechos sexuales y reproductivos. Además, las mujeres y niñas desplazadas suelen perder acceso a estos servicios esenciales, aumentando las muertes maternas, las tasas de embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual. En situaciones de crisis, la atención integral de salud sexual y reproductiva debe mantenerse como una prioridad inquebrantable.
Actuar es urgente: la crisis climática y de género no puede esperar
Es momento de reconocer que la salud y los derechos sexuales y reproductivos son cuestiones climáticas. Las mujeres y niñas deben estar en el centro de la formulación de políticas climáticas; su participación es clave para sensibilizar las consecuencias del cambio climático y contribuir a una formulación de políticas y leyes que regulen la actividad humana en respeto y armonía con el medio ambiente. Cuando ellas lideran, surgen soluciones innovadoras, las huellas de carbono disminuyen, y las comunidades se vuelven más resilientes. Para lograr un cambio significativo y duradero, el mundo necesita escuchar las voces de las mujeres en la acción climática: cuando el planeta mejora, todas y todos estamos mejor.