“Me habían contado que era muy peligroso viajar sola, pero lo hago por un mejor bienestar para mí y para mi familia (...)”, nos cuenta Britney, quien a sus 18 años partió sola desde su natal Valle de la Pascua (Venezuela) rumbo a Perú, con la ilusión de seguir la carrera de odontología y vivir un mejor futuro.
ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y la OIM, la Organización Internacional para las Migraciones, anunciaron hoy que la cifra de refugiados y migrantes de Venezuela en todo el mundo asciende en este momento a 3.4 millones de personas.
Alrededor del mundo, más de 120 millones de mujeres viven fuera de sus lugares de origen. Dejar atrás sus vidas por un futuro incierto no es una decisión sencilla. Muchas de ellas encuentran en ello la única respuesta a situaciones apremiantes de pobreza e inseguridad.
Desde 2017, más de 648 mil migrantes venezolanos han llegado al Perú, según la Superintendencia Nacional de Migraciones. Alrededor del 42% son mujeres.
En situaciones de migración, las niñas, adolescentes y mujeres gestantes son poblaciones en especial situación de vulnerabilidad. Las adolescentes corren mayor riesgo ante situaciones de violencia sexual, acoso y de ser captadas por redes de traficantes y tratantes de personas.
“He sentido temor porque a veces uno no sabe la intención de algunas personas, pueden secuestrarte o llevarte a la prostitución. Uno quiere hablar con alguien y piensa: ¿será que es bueno, será que es malo? Una mujer sola corre todos los riesgos que pueden existir en el mundo”, comenta Britney, agotada después de ocho días viajando a pie.
Las adolescentes y mujeres que viajan solas buscan unirse a grupos y ayudarse para evitar sufrir situaciones de violencia, pero no siempre lo logran. Solo en las primeras semanas de 2019, el UNFPA ha registrado y derivado 21 casos de violencia contra mujeres venezolanas en sus servicios localizados en el Centro Binacional de Atención en Frontera (CEBAF).
Sumados a ello, la exigencia de la travesía y la falta de acceso a alimentación, descanso adecuado y servicios de salud sexual y reproductiva incrementan el riesgo para las mujeres gestantes.
Es el caso de Mariana, quien a los 30 años y con cinco meses de gestación partió de la ciudad de Isla Margarita en Venezuela hacia el Perú. “Partimos porque no podíamos criar a un hijo. No conseguíamos medicamento ni comida (…) En el trayecto, amanecíamos en la calle, dormíamos en la calle, hasta que llegamos”, nos cuenta.
Como Mariana, en promedio 80 mujeres gestantes venezolanas ingresan al Perú cada mes. Durante 2019, el UNFPA ha brindado 1500 atenciones en salud reproductiva, pero aún es necesario mayor acceso a servicios y financiamiento para asegurar que las personas puedan concretar sus decisiones reproductivas y garantizar a las mujeres embarazos y partos seguros, así como madres y bebes saludables.
“Llevamos una semana de viaje sin poder dormir, sin poder bañarme, sin comer bien. Todo me canso rápido, vómitos, dolores de cabeza, es muy difícil. Me da miedo”, afirma Mariana preocupada por la salud de su bebe. Una vez completada su atención prenatal reúne energías para continuar su viaje hacia Lima, conociendo que su bebe se encuentra bien.
Como en los casos de Britney y Mariana, la atención oportuna en salud reproductiva y la prevención y atención de la violencia contra la mujer son fundamentales para preservar la vida y los derechos de las mujeres migrantes venezolanas.
Las atenciones en salud sexual y reproductiva previenen infecciones de transmisión sexual, ofrecen la posibilidad de planificar el momento y número de hijos que se desea tener, previenen el embarazo adolescente y fortalecen la salud de las mujeres gestantes y sus bebes. Por otro lado, prevenir y atender la violencia de género salva vidas y ayuda a ofrecer una oportunidad a las mujeres para recuperar su bienestar y a crear entornos más seguros para todas.
Vivir una vida sin violencia y con salud sexual y reproductiva es un derecho de toda persona más allá de cualquier frontera.
La respuesta del UNFPA
Un equipo multidisciplinario del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha brindado atención en salud sexual y reproductiva y protección frente a la violencia a más de 5500 mujeres venezolanas en las primeras semanas del año en el Centro Binacional de Atención en Frontera (CEBAF). Sin embargo, mayor apoyo es necesario.
Complementariamente, ha distribuido más de 6000 kits de dignidad con implementos para el cuidado de la higiene personal para mujeres, adolescentes y niñas.
Actualmente, el UNFPA brinda asistencia técnica al Estado peruano para adecuar la normatividad de manera que la población venezolana sea incluida en los mecanismos de protección frente a la violencia. A la par, trabaja con el Ministerio de Salud y el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables para fortalecer las capacidades de los prestadores de servicios de salud y protección para la atención articulada de la violencia basada en género y en la elaboración de rutas de atención local. A nivel comunitario, promueve el fortalecimiento de comités comunitarios de protección frente a la violencia contra la mujer y de un sistema de promotores comunitarios en salud sexual y reproductiva.