El mundo ha logrado avances significativos hacia el reconocimiento, la justicia y el desarrollo de las personas afrodescendientes, pero las mujeres y las niñas siguen enfrentando desafíos complejos e interrelacionados, impulsados por la discriminación racial y la desigualdad de género, que tienen consecuencias mortales.
Al celebrar este año el Día Internacional de los Afrodescendientes, también celebramos el último año del Decenio Internacional de los Afrodescendientes, una iniciativa iniciada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para reconocer a las personas afrodescendientes en las Américas como un grupo diferenciado cuyos derechos humanos deben ser protegidos.
No hay duda de que la última década de activismo ha producido algunos avances. Las sociedades de todo el mundo reconocen cada vez más el papel que desempeña el racismo estructural a la hora de impulsar las desigualdades sociales, económicas y políticas; varios países han declarado ilegales la discriminación y la categorización raciales y han introducido políticas para promover los derechos y las opciones de las personas afrodescendientes.
Además, los gobiernos han acelerado los esfuerzos para hacer que los afrodescendientes sean más visibles desde el punto de vista estadístico, a fin de abordar las injusticias históricas y colmar las lagunas en el acceso a la atención sanitaria, los servicios sociales y las oportunidades. También ha aumentado el número de países con censos de población y vivienda más inclusivos y ya muchos incluyen, por ejemplo, una pregunta que permite la autoidentificación de las personas afrodescendientes.
Sin embargo, siguen existiendo desafíos cruciales para las mujeres y las niñas afrodescendientes, incluidas las actitudes racistas en los sectores sanitarios de todo el continente americano, que hacen menos seguro el parto y aumentan el riesgo de muerte materna prevenible, según un estudio del UNFPA. Otro obstáculo es que, a pesar de los avances en la recopilación de datos inclusivos, los distintos países siguen luchando por reunir estadísticas desglosadas por raza, lo que revelaría patrones de desigualdad y permitirían elaborar políticas que puedan combatir y erradicar el racismo.
Los responsables de la formulación de políticas a todos los niveles deben colaborar con las comunidades afrodescendientes para llevar a cabo investigaciones éticas y crear iniciativas específicas e intersectoriales para eliminar la desigualdad, mejorar los servicios de salud y salvar vidas. También se debe aumentar la solidaridad y la acción transnacionales, la voluntad política y las inversiones para poner fin a las desigualdades y garantizar el pleno empoderamiento de las personas afrodescendientes, especialmente las mujeres y las niñas.
En todo el mundo, el UNFPA trabaja para apoyar a las mujeres y niñas afrodescendientes en su búsqueda de autonomía corporal, visibilidad e inclusión. Como ha dicho la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem:
"Recordemos que cuando mejoremos las vidas de las mujeres y niñas afrodescendientes mejorarán las perspectivas de toda la comunidad y la nación".