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Todos los días, en todos los rincones del mundo, las parteras salvan las vidas de mujeres y bebés, y promueven la salud y el bienestar de comunidades enteras. Merecen nuestro respeto y gratitud, pero eso no es suficiente.

 

Todos los días, en todos los rincones del mundo, las parteras salvan las vidas de mujeres y bebés, y promueven la salud y el bienestar de comunidades enteras. Merecen nuestro respeto y gratitud, pero eso no es suficiente.

 

Las obstetras merecen una mayor inversión en sus capacidades, además de lugares de trabajo que las empoderen y reconozcan plenamente sus habilidades y contribuciones.

 

En este, el Día Nacional de la Obstetra, queremos honrar la extraordinaria contribución de las obstetras a la humanidad y visibilizar el cúmulo cada vez mayor de datos y evidencia disponible para aumentar las inversiones en la obstetricia como un componente esencial de la atención de la salud.

 

Las obstetras a menudo trabajan bajo circunstancias extraordinarias. Pueden caminar kilómetros para llegar a las mujeres o hacer espacio en sus propios hogares para ayudarles a dar a luz de manera segura.

 

La edición más reciente del informe El Estado de las Parteras en el Mundo, lanzado el día de hoy por el UNFPA, la Organización Mundial de la Salud y la Confederación Internacional de Obstetras estima que, si aumentamos el número de obstetras y mejoramos la calidad de la atención que ofrecen, salvaríamos 4.3 millones de vidas al año para 2035. Si se lograra una cobertura universal de las intervenciones de obstetricia para 2035, se evitaría el 67 por ciento de las muertes maternas.

 

Para alcanzar esos logros, las obstetras deben recibir mejor educación y capacitación, además de contar con una regulación integral y de mayor colaboración en sus lugares de trabajo. Deben jugar un papel más importante en materia de liderazgo y dirección profesionales, y contar con un margen de acción más amplio de modo que puedan usar su experiencia única para impulsar avances en los ámbitos de las políticas sanitarias y la prestación de servicios.

 

Las obstetras a menudo trabajan bajo circunstancias extraordinarias. Pueden caminar kilómetros para llegar a las mujeres o hacer espacio en sus propios hogares para ayudarles a dar a luz de manera segura. Han enfrentado una mayor presión durante la pandemia de COVID-19, que ha aumentado las desigualdades en sus lugares de trabajo. A menudo sin acceso a equipo de protección adecuado, y con menos acceso a vacunas que otros trabajadores sanitarios, las obstetras han puesto sus propias vidas en riesgo para servir a otras personas.

 

Esa dedicación es un recurso invaluable y, no obstante, muchos sistemas de salud dependen de él sin ofrecer un respaldo adecuado a la obstetricia como profesión. Esa situación limitará las ambiciones de alcanzar el objetivo de cero muertes maternas evitables para 2030.

 

Tenemos la evidencia y sabemos lo que hay que hacer. Los sistemas de salud en todas partes necesitan tomar nota –y emprender acciones– porque invertir en obstetras empoderadas es una de las maneras más seguras de salvaguardar la vida y proteger la salud y el bienestar de todas las personas.