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El Día de la Madre, que se celebra en todo el mundo a lo largo del año, es exactamente eso: una celebración; no obstante, para algunas mujeres, la maternidad puede ser difícil. Las mujeres han dado a luz bajo tierra en tiempos de guerra, bajo puentes después del paso de huracanes, en hospitales inundados durante la temporada de monzones y entre los escombros dejados por un terremoto. 

Se han convertido en madres no por elección, sino…: 

…en contra de su voluntad como resultado de una violación (a manos de una pareja o de un extraño) o  donde se ha usado la violencia sexual como arma de conflicto. 

…porque es lo que se espera de ellas en virtud de sus culturas y tradiciones familiares, incluso si no están física o emocionalmente listas para el embarazo. 

…por desconocer cómo funciona la concepción debido a la falta de educación sexual integral. Y cuando sí tienen conocimiento,  en ocasiones se han convertido en madres debido a la falta de acceso a servicios adecuados de planificación familiar. 

Es indudable que la maternidad entraña sacrificios. Incluso antes de que las madres abandonaran la fuerza laboral en masa durante la epidemia de la COVID-19 para cuidar a sus pequeños que asistían a clases de forma remota, ya soportaban gran parte de la carga relacionada con la crianza de los hijos, las tareas domésticas, el trabajo emocional y el cuidado de los padres envejecientes. Puede que hayan tenido que renunciar al sueño de alcanzar un grado educativo más alto, a ascensos o a reubicaciones. Si se reintegran al trabajo después de criar a sus hijos, puede que sus habilidades sean obsoletas y enfrenten la “brecha salarial por maternidad”. Las madres también encaran largos periodos de jubilación debido a su longevidad, por lo que sus “opciones” pueden dejarlas en situaciones económicamente precarias. 

Sin embargo, el precio más alto que algunas mujeres pagan por quedar embarazadas es que nunca tengan la oportunidad de vivir la maternidad. En 2017, la tasa mundial de mortalidad materna fue de 211 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible exigen reducir ese número a 70 muertes por cada 100.000 nacidos vivos para el año 2030.

A continuación, cinco datos importantes sobre la maternidad.

1. La mortalidad materna aumenta en situaciones humanitarias y de fragilidad. 
No es sorpresa  que todo sea más difícil en contextos humanitarios o frágiles. En cuanto a la fertilidad, las mujeres deben lidiar con todo, desde quedar embarazadas aunque tal vez no lo deseen (esto debido al limitado acceso a servicios de planificación familiar y anticonceptivos, o debido al mayor riesgo de violencia de género en esos contextos) hasta los embarazos y partos difíciles debido a la falta de servicios de atención prenatal y postnatal y de asistencia obstétrica. Según un informe del UNFPA, más de 500 mujeres y niñas mueren cada día en situaciones de emergencia debido a complicaciones por el  embarazo y el parto.  

 Según el Índice de Estados Frágiles de 2017, se consideró que en 15 países se registraba una “alerta de muy alto nivel” o una “alerta de alto nivel” (l de la alerta de más alto  nivel a la de  más bajo nivel: Sudán del Sur, Somalia, la República Centroafricana, Yemen, la República Árabe Siria, Sudán, la República Democrática del Congo, Chad, Afganistán, Irak, Haití, Guinea, Nigeria, Zimbabwe y Etiopía). Estos 15 países, la mayoría de los cuales se consideran sometidos a situaciones humanitarias y frágiles, acusaban tasas de mortalidad materna de hasta 1.150 (como en el caso de Sudán del Sur). Para los distintos países, el objetivo es no más de 140 muertes por cada 100.000 nacidos vivos para 2030.

Como se indica en el informe, “Los entornos humanitarios emergentes y las situaciones de conflicto y posteriores a conflictos y desastres obstaculizan significativamente el progreso… En situaciones de crisis y desastres, la desintegración de los sistemas de salud puede dar lugar a un aumento dramático de las muertes debidas a complicaciones que serían fácilmente tratables en condiciones estables”.

2. Las madres no son lo suficientemente reconocidas por todo - y nos referimos a todo -  lo que hacen. 
Otro elemento que no causa sorpresa: las mujeres realizan más trabajo no remunerado que los hombres. 

Un informe de 2019 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) plantea claramente que: “En todo el mundo, sin excepción, las mujeres llevan a cabo… más del 75 % del total de horas [de trabajo de cuidado no remunerado]. Las mujeres dedican en promedio 3,2 veces más tiempo que los hombres al trabajo de cuidado no remunerado. No hay país en el que mujeres y hombres desempeñen igual parte del trabajo de atención no remunerada. El resultado de tal desequilibrio es que las mujeres suelen contar con poco tiempo disponible, lo cual limita su participación en el mercado laboral”.

A nivel mundial, en los hogares con niños pequeños, las mujeres dedican más tiempo a trabajos de atención no remunerada. En 2018, las madres de niños de 5 años y menos alcanzaban las tasas de empleo más bajas (47,6 %) en comparación con los padres (87,9 %), los no padres (78,2 %) y las no madres (54,4 %). 

Una razón importante de esa disparidad es la desigualdad de género en general. Según la OIT, el valor del trabajo de atención no remunerada de las mujeres representa el 6,6 % del PIB mundial, es decir, USD 8 billones de dólares; en el caso de los hombres, la cifra representa el 2,4 % del PIB mundial, es decir, USD 3 billones.

En el marco del Objetivo Desarrollo Sostenible 5 sobre Igualdad de Género, la meta 5.4 (el reconocimiento y la valoración de la atención no remunerada y el trabajo doméstico) se alcanzará para 2030.

3. Las mujeres mueren durante el parto por muchas causas prevenibles.
Según la Organización Mundial de la Salud, cinco complicaciones importantes (muchas prevenibles o tratables) son responsables de tres cuartas partes de las muertes maternas:  hemorragias graves, infecciones, alta presión arterial durante el embarazo, complicaciones del parto y abortos inseguros. 

Otras causas merecen un análisis  más profundo, como  las muertes maternas producto de homicidios, suicidios y sobredosis de drogas. En los Estados Unidos, un estudio informó las tres anteriores como las principales causas de muertes asociadas al embarazo*, en un contexto con tasas de homicidio más altas que en otros países. En el Reino Unido e Irlanda, un informe llegó a la conclusión de que las mejoras en la atención podrían haber dado lugar a resultados distintos en las muertes en relación con el embarazo por suicidio, uso indebido de sustancias y homicidio. Entretanto, estudios llevados a cabo en Etiopía y Egipto determinaron que existe una mayor prevalencia de comportamiento suicida entre las embarazadas en comparación con la población general.  

*Una muerte relacionada con el embarazo es “"la muerte de una mujer durante el embarazo o en el plazo de un año a partir del final del embarazo… por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo o su manejo, pero no por causas accidentales o incidentales"... Una muerte asociada al embarazo es una muerte materna atribuible a una afección no relacionada con el embarazo, y se produce en el plazo de un año a partir del embarazo”.

4. Las mujeres quedan embarazadas como resultado de la violencia sexual. 
Según el informe sobre el Estado de la Población Mundial de 2022, es igual o más probable que se produzcan embarazos relacionados con violaciones que embarazos por sexo consensual. Además, la violencia de pareja está relacionada con tasas más altas de embarazo. Quienes sufren violencia de pareja tienen aproximadamente el doble de probabilidades de que su pareja se niegue a usar anticonceptivos y el doble de probabilidades de informar un embarazo no planificado. 

5. No valoramos la maternidad lo suficiente.
Si lo hiciéramos, ¿no erradicaríamos las lesiones del parto, como la fístula obstétrica?

¿No apoyaríamos a las madres que sufren de problemas de salud mental posparto? 

¿No se daría a cada nueva madre tiempo adecuado para vincularse con su criatura y recuperar la salud, sin riesgo de perder su trabajo? 

¿No nos negaríamos a suponer que todas las mujeres de todas partes están destinadas a convertirse en madres, devaluando así la maternidad como algo inevitable en lugar de una aspiración? 

¿No se repartirían de manera equitativa el cuidado de los niños y las responsabilidades domésticas?  

Y no podríamos hacer que la maternidad fuera realmente una opción al dar a las mujeres y las niñas la información, los recursos y el apoyo que necesitan: acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, educación sexual integral, servicios de planificación familiar y anticonceptivos, acceso a la educación superior y a oportunidades económicas, protección contra la violencia y, sobre todo, igualdad de género, que haría que el mundo fuera más seguro, saludable y próspero, no sólo para ellas sino para todas las personas.