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La mañana del 1 de julio de 2017 fue diferente a otras para Maritza, habitante del caserío Simbilá en el distrito de Catacaos. A sus 22 años, estaba en su último mes de gestación. Durante la madrugada, sintió dolores leves, pero no se alarmó. La fecha probable de parto no había llegado, aunque faltaba poco.
 
“Como a las ocho, ya tenía dolor demasiado fuerte y no aguantaba”, relata Maritza.
 

“Sentí que ya no llegaba a la posta de Catacaos, tenía miedo de que me diera el parto en la mototaxi. Mi mamá estaba nerviosa. Entonces mandé a mi esposo a ver a la Sra. Deisy [obstetra del establecimiento de salud] porque había hecho todos mis controles de embarazo y más confianza tengo en ella. Ella vino con todo su equipo y yo tenía el kit de parto, y acá nomás di a luz”.

Maritza recibió el kit de parto comunitario a los 7 meses de gestación. “Venía una mantita, venían guantes, venía como gasita y algo para cortar el ombligo. La señorita Deisy me dijo que eso me podía ayudar si no podía llegar al centro de salud. Y sí me sirvió, hasta la mantita para abrigar a mi bebita”.
 
Deisy Morales Ramírez, la obstetra que atendió el parto de Maritza, pudo atender a Maritza con las herramientas necesarias para llevar a cabo esta labor con seguridad, gracias a un kit para atención de emergencias obstétricas que tuvo a su disposición.
 
Ambos kits fueron proporcionados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) para contribuir a que los servicios de salud sexual y reproductiva continúen llegando a las mujeres que los necesitan, apoyando así a que las actividades humanitarias resguarden sus derechos humanos y atiendan sus necesidades diferenciadas.
 
“El objetivo es que tengamos un parto institucional, una mamá sana y un bebé saludable. Pero, si se presentara la necesidad que se dé en su domicilio, pues también estamos preparadas para eso”, señala Deisy.
 
 
El establecimiento de salud I-2 Simbilá, en el distrito de Catacaos, tiene adscritas 4,300 personas de los caseríos Simbilá y Viduque, y de los asentamientos humanos 3 de Octubre, Juan Velasco Alvarado y 24 de Junio. Esta zona fue afectada por las inundaciones provocadas por el Fenómeno del Niño Costero y por las intensas lluvias que ocurrieron en Piura durante los meses de febrero y marzo de 2017.
 
El puesto de salud cuenta con servicios de atención primaria que incluyen obstetricia, donde Maritza recibió atención, acompañamiento y asistencia en la elaboración del plan de parto. También tiene un tópico, farmacia y programas de odontología y nutrición.
 
Según la normativa oficial, los partos son derivados al Centro de Salud Materno Infantil de Catacaos, con categoría I-4, con el fin de evitar y disminuir las muertes maternas. En el establecimiento de salud I-2 Simbalá se brinda atención integral a las madres gestantes: controles de embarazo, servicio dental, inmunizaciones y atención psicológica. Además, el personal obstétrico se encuentra preparado y equipado para atender partos inminentes.
 
Deisy se había hecho cargo de los controles de embarazo de Maritza, quien acudió de manera responsable a cada cita, pues deseaba que su bebé naciera saludable. El esposo y la madre de Maritza participaron en el plan de parto.
 
 
Debido a la cercanía de los hechos, y a que ha sido éste el primer alumbramiento que ha atendido en un domicilio, la obstetra recuerda con mucha claridad cada detalle:
 
“Estaba en el establecimiento, atendiendo los controles prenatales, y alrededor de las nueve y media de la mañana golpearon fuertemente. Eran los familiares avisándome que la señora iba a dar a luz. Cogí mi maleta, que siempre la tengo al alcance, y pedí ayuda a mi personal médico para ir juntos al domicilio de la señora. Cuando llegamos a su casa, la encontramos en su periodo expulsivo. Me dio muchísimo gusto porque ella y su mamá tenían todo preparado. Entonces nos hemos prestado a dar la atención inmediata al momento del parto, luego el alumbramiento y de ahí al recién nacido. Y tuvimos un parto feliz, una mamá saludable y una bebé en buenas condiciones.”
 
Por su parte, Maritza puede vivir su maternidad con tranquilidad, gracias al apoyo de su familia:
 
“Mi mamá me ayuda a cuidar a mi bebita. Anda con ella abrazada como a una muñeca, de aquí para allá. Mi esposo trabaja en las chacras, cargando arroz. Sale desde las 6 de la mañana y va viniendo a las 8 de la noche. Pero igual en la noche él se encarga de cuidarla, de ponerse a jugar con ella, conversarle, cantarle. Él se levanta a verla y la está paseando, mientras yo descanso. Estoy contenta con la vida que tengo y con la familia que tengo. Quiero que la vida de mi hija sea linda. Mi esposo y yo queremos educarla, que sea buena, que estudie, que no le falte nada, que tenga un futuro mejor”.
 
Por Ángela Valverde, Comunicadora de UNFPA Perú en el FEN Costero 2017